martes, 26 de julio de 2011

El mercachifle

Desde la fundación de Lima por parte de los españoles, en la ciudad aparecerían distintos personajes. Uno muy curioso y que permanecería por siglos (y además gozaría de prestigio) sería el mercachifle. Estos mercachifles eran comerciantes que vendían todo tipo de telas y que andaban por las calles de la ciudad con atadillos al hombro. Íban diciendo: ''¡Coco a medio y cuartillo la vara! ¡Damasco para manteles y servilletas! ¡Bramante para sábanas!''. Su importancia (a pesar de ser de menor cuantía que los vendedores con tiendas propias) fue tal que incluso recurrían a ellos aristocráticas familias.

La fuerte presencia de estos vendedores por toda la ciudad hizo necesaria que se establecieran leyes que normen su forma de venta. Así, en el año 1559, el virrey Velasco les permitió alquilar cajones para ser colocados en algún sitio de los portales de la Plaza Mayor. En el año 1617, el virrey Príncipe de Esquilache autorizó la colocación de 42 cajones en la Plaza para adquirir ingresos por este medio. Los cajones eran pequeñas tiendas de maderas que permitían el establecimiento de los mercachifles.

Sin embargo, ninguna de estas medidas surgieron el efecto esperado, por el contrario, los mercachifles (ya en el año 1670) volvieron a las calles y su tradicional forma de vender, que era a viva voz. Algunas décadas más tarde, entre los años 1700 y 1750, los mercachifles tuvieron un fuerte crecimiento debido a las reformas de la Corona Española, que recortaba el poder a los funcionarios. La importancia para la ciudad que tuvieron estos curiosos personajes le permitió al visitador español Areche en el año 1778 considerarlos entre los cinco grandes gremios.

Bibliografía empleada:
Municipalidad Metropolitana de Lima. La Plaza Mayor. Lima: La Dirección, 1997.