A inicios del siglo XIX la población -entre negros esclavos y libres- representaba el 50% de la población urbana. Además, en Lima se registraba un constante crecimiento de esclavos urbanos, que tenían actividades cada vez más especializadas debido, en parte, al también crecimiento de la población urbana. Así pues, podemos encontrar esclavos en diversas ocupaciones (desde quehaceres domésticos hasta trabajos en la Iglesia o el Estado). Incluso algunos llegaban a poseer pequeñas tierras cedidas por sus amos a cambio de una renta.
Existían algunos procesos generales para la conversión de un esclavo en persona libre. Entre las que más se daban, tenemos:
-Campesinización esclava; trabajar para abastecer a la ciudad de alimentos.
-Jornalero libre; trabajar en la misma u otra hacienda.
-Labores mineras; alquiler de la mano de obra en minas.
La libertad era, pues, una meta de los esclavos. Muchos de ellos lo consiguieron, con ayuda, tal vez, de los amos, que veían una mayor rentabilidad en poseer una persona libre que trabaje por jornadas.
Los procesos de conversión debían tener el consentimiento de los amos. Y así como hubo muchos que daban libertad a sus esclavos; hubo otros muchos que se negaban, por diversas razones, a darles la tan ansiada libertad. Es por este motivo que se producían dos modalidades distintas para la libertad: el cimarronaje y el bandolerismo.
De cualquier forma, el proceso de libertad se estaba dando en Lima de forma creciente. Veamos los siguientes datos que ilustran este proceso:
Censo de 1792: 13483 esclavos
Censo de 1818: 8589 esclavos
Censo de 1836: 5791 esclavos
Censo de 1845: 4500 esclavos
Esta primera entrada sobre la esclavitud negra es solo un marco general, que espero pueda seguir desarrollando más adelante y tener un trabajo más sólido que presentarles.
Bibliografía:
HUNEFELDT, Christine. Lasmanuelos, vida cotidiana de una familia negra del siglo XIX. Lima: Instituto de Estudios Peruanos (IEP), 1992.