De las muchas diversiones que existían en la Lima colonial, una que adquirió relativa relevancia durante esos años fue la jugada de gallos. Esta actividad, implantada a inicios de la Conquista, recorrería toda la colonia y sería instaurada como juego oficial con muchos aficionados. La primera jugada de gallos tuvo lugar en el año 1538 en el jardín El Martinete (propiedad del conquistador español Francisco Pizarro). Desde entonces, en su propiedad éste realizó sus jugadas todos los lunes por las mañanas.
Las jugadas de gallos departían grandes montos en apuestas que serían disputadas por gente de mucha riqueza; llegando a costar los gallos hasta 500 pesos de plata (suma importante para la época). Se sabe que casi todos los virreyes eran tan aficionados a los toros como a los gallos, destacando en la diversión de gallos el conde de Nieva, el marqués de cañete, el marqués de Mancera, don Manuel de Amat y el virrey Avilés.
Las jugadas de gallos departían grandes montos en apuestas que serían disputadas por gente de mucha riqueza; llegando a costar los gallos hasta 500 pesos de plata (suma importante para la época). Se sabe que casi todos los virreyes eran tan aficionados a los toros como a los gallos, destacando en la diversión de gallos el conde de Nieva, el marqués de cañete, el marqués de Mancera, don Manuel de Amat y el virrey Avilés.
Los lugares en donde se realizaban las peleas de gallos se llamaban circos y ya en los siglos XVIII y XIX no había lugar donde no existiera criaderos de gallos de pelea. Los circos atraían tanto a españoles como a criollos, casi no existen pruebas que indígenas gusten de dicha diversión. La implatanción de circos en los diversos lugares de Lima estaban autorizadas únicamente en días festivos y en ocasiones excepcionales días de semana.
Como no todos gustaban de estas sangriendas batallas, ya en el siglo XIX con la independencia, el general don José de San Martín abolió las peleas de gallo. Sin embargo, esta prohibición se quebró unos años después. Así pues, la vida activa de los limeños de aquellos años estuvo rodeada de esta sangrienta diversión.
Hace unos días estuve viendo, precisamente, un documental sobre las peleas de gallos. Hoy en día me parece una afición tan cruenta e ilógica que me sorprende que levantase tantas pasiones en su época.
ResponderEliminarAbrazos!
Hola Zamarat, comparto tu forma de pensar, pero debemos recordar que cada cosa a su tiempo. Por tal motivo debemos juzgar con ojos de esos tiempos.
ResponderEliminarSaludos!!