domingo, 28 de noviembre de 2010

El penitente

Imagen tomada de La Hora Azul

Las fiestas religiosas del siglo XIX se presentaban de forma idéntica a las realizadas en años coloniales. Sus personajes, sus vestidos, sus ocurrencias, sus colores, sus bebidas y todo lo propio a las procesiones limeñas se conservabán aún en nuevos años.

En estas fiestas desfilaban decenas de personajes, pero uno en especial llamaba y acaparaba toda la atención de los concurrentes: el penitente. Estos hombres eran fieles, que bien por enfermedad o por mucha devoción, acompañaban las fiestas realizadas en honor al Señor de los Milagros. Iban cubiertos con un saco negro, llevando en el rostro una larga careta también negra.

Marchaban con los pies descalzos pidiendo limosna en nombre de su Señor, repitiendo una y otra vez a cada persona 'Ayudemos a pagar la cera de Nuestro Amo y Señor de los Milagros. ¿Dónde están los devotos y devotas de años pasados?'

Pese a la constante devoción mostrada por los penitentes, la costumbre de su presencia llegó a desaparecer totalmente de las procesiones, debido tal vez a su, también, constante expulsión por llevar la cara cubierta y andar pidiendo dinero quién sabe para qué. Hechos que no eran vistos con buenos ojos.

Observemos en la imagen que los penitentes cargaban también una pequeña reliquia que representaba al Señor de los Milagros e iban acompañados de mujeres que vendían chicha, las llamadas chicheras de años coloniales.

Bibliografía empleada:
PORRAS Barrenechea, Raúl. Historia general de los peruanos, 2do. volumen. 11ed. Lima: PEISA, 1988.

jueves, 25 de noviembre de 2010

Artículo social: Una fiesta de salón

Portada del sábado 4 de mayo de 1839

En el año 1839 fue celebrado el gran baile de salón del general La Fuente, luego de haber salido victorioso en la batalla de Yungay, la cual acabaría con la Confederación Boliviana. La fiesta, además, conmemoraba a la Virgen de las Mercedes, patrona del ejército peruano.

En este siglo los medios escritos eran abundantes, aunque muchos de ellos sin calidad alguna, es en este contexto que aparecería 'El Comercio', periódico que aportaria mucho a nuestras letras. En él su publicarían novelas, críticas, notas y artículos sociales y políticos. En esta oportunidad detallaremos íntegramente un artículo que cubre la fiesta antes mencionada.

Las personas y aun partes de las clases, que figuraban antes de 1820, es lo único que ha cambiado en la escena política y social; pero las mismas fiestas han quedado, la misma disposición de divertirse frente a las jentes.

A las 9 estaban poblados todos los salones de las personas de ambos sexos, vestidos con elegancia, y ya alternaban las vistosas contradanzas nacionales, con la alegre y rápida valza alemana. Notamos entre los personajes, de distincón (y toda la reunión merecía calificarse de este modo) al señor jeneral del ejército Restaurador con su estado mayor, y a los jefes de la división del mismo ejército, los señores encargados de negocio, británicos y chilenos, el comandante de la fragata de S. M. B. ''Presidente'' con algunos de su oficiales, el cónsul jeneral del Ecuador, los señores jenerales Raigada y Salazar, el señor Alvarez de la Corte Suprema, el coronel Ugarteche, los señores Mendiburu,... Nada diremos de las damas, sus atractivos y galas: cada una de ellas merecerían nombrarlas y elojiarse en un artículo separado.

A las contradanzas sucedieron las contradanzas interpoladas con cuadrillas y bailes aislados, todo con el mejor orden y decoro, hasta la hora de la cena... La luz de la mañana se mezclaba ya con la luz artificial de las arañas y las lámparas, y en nada había disminuido la alegría y buena disposición de los concurrentes: solamente a la sonora orquesta militar y al piano del salón, había sucedido la guitarra con el tamborilero popular que hace danzar a los más graves, y que retuvo a casi toda la concurrencia hacia las 7 de la mañana.

Por nuestra parte preferiremos siempre las (fiestas) que parezcan siempre a la del Sr. Jeneral La Fuente, por el buen humor y franqueza, unidos con el más perfecto decoro y cortesia entre los convidados. (El Comercio, 2 de octubre de 1839)
Espero que el breve artículo haya servido para mostrarnos cómo se celebraban las fiestas aristocráticas de esos años. Así como para conocer la forma de escribir en un periódico de la época.
Si les parece bien y les ha agradado esta entrada, seguíré colocando de vez en cuando algunas notas sobre eventos que acontecían en Lima. Se sorprenderán con todo lo que existía en esos años.
Bibliografía empleada:
DEL ÁGUILA, Alicia. Los velos y las pieles. Lima: IEP, 2003.

miércoles, 17 de noviembre de 2010

Los primeros años de Lima: Los recursos naturales

Luego de la desestimación española de fundar el nuevo Virreinato en la ciudad serrana de Jauja, los conquistadores decidieron instalarse en las costas peruanas, invadiendo los santuarios de Puruchuco y Pachacámac. Es así que el 18 de enero del año 1535 se fundó la ciudad de Lima con el nombre de Ciudad de los Reyes, colocando simbólicamente la primera piedra de la Catedral, levantada, además, por el propio Francisco Pizarro.

Si bien es cierto que el 'desencuentro' de los dos mundos, el occidental y el andino, ya se había producido algunos pocos años atrás con la derrota de Atahualpa y la posterior conquista del Imperio incaico. Las tierras descubiertas para la fundación mostraban un paisaje natural distinto que el de la sierra; eran tierras cubiertas por frondosas lomas, con un clima bastante húmedo y sin grandes lluvias. Además de poseer tres valles: el Chillón, el Rímac y el Lurín.

Entre los términos que emplearon los españoles para describir lo que ofrecía el nuevo terreno tenemos: 'llano', para denominar indistintamente a toda la costa; 'comarca', para referirse a una determinada población natural; 'sitios de asiento', llamados así por ser lugares de descanso.

La presencia de grandes recursos naturales provocaron que Lima a fines del XVI fuera una ciudad muy abastecida. Vemos, pues, el crecimiento de sauces, alisos, molles; de plantas medicinales como la verdolaga, la chicoria y el apio. Y también, la presencia de venados, llamas, gallinazos, cernícalos, lagartijas, vizcachas, pumas, iguanas, sapos, entre otros.

Las tierras eran muy fértiles para el crecimiento de trigo, cebada y maíz, cultivadas mayormente por la población natural, asentada por siglos en la costa. Sin embargo, los españoles también se dedicaron al cultivo, teniendo muchas de las casas y los conventos pequeñas huertas. Es así que la vista de la ciudad en un principio estuvo rodeada de muchos cultivos.

A pesar de que observamos que en Lima, los primeros años fueron de mucha producción, nunca faltaron los problemas de administración, provocando que en ocasiones escaseara increíblemente el alimento. Para este efecto el Cabildo de Lima tuvo que declarar constantemente ordenanzas. Así, pues, en el mismo año de la fundación se estipula la siguiente ordenanza:

Toda persona tiene la obligación de sembrar quinientos árboles en el término de seis meses, so pena de multa (10 pesos de oro).

Lima, 1535.

Bibliografía empleada:
GUTIÉRREZ, Laura (ed.). Lima en el siglo XVI. Lima: PUCP, Instituto Riva Aguero, 2005.