domingo, 20 de junio de 2010

Las portadas de las murallas de Lima

Portada de Maravillas. Tomada de Las murallas de Lima en el proceso histórico del Perú
En el año 1687 se desató un trágico movimiento telúrico en la ciudad de Lima. Tras esto se daba la noticia que las murallas -que tenían como fin defender la ciudad de piratas y de movimientos indígenas- acababan de ser terminadas. El virrey Melchor de Navarra y Rocafull (Duque de la Palata) se regocijaba en júbilo por haber concluido una obra de tal magnitud sin mermar los ingresos de la ciudad.

Según refiere Lohman las medidas de la muralla eran: 11700 metros de longitud y un aréa de 5054 600 metros cuadrados (1964, 201). En un inicio eran 5 las portadas que conformaban las murallas. Todas éstas permitían el acceso y la salida de la ciudad.

Portada de Guadalupe; estaba ubicada muy cerca a la iglesia y convento de Guadalupe. Tuvo dos puertas, que se ubicaban cerca del camino y ferrocarril a Chorrillos, opuesto al río Rímac.

Portada de Cocharcas; se ubicaba dentro del barrio de Cocharcas, el cual tuvo por centro la iglesia del mismo nombre, que se fundó por el antiguo culto a la Virgen de Cocharcas. Estuvo entre dos portadas, la de Santa Catalina y la de Barbones, la primera habilitada un tiempo después a la conclusión de las murallas.

Portada del Callao. Tomada de Las murallas de Lima en el proceso histórico del Perú.
Portada del Callao; fue una de las portadas más hermosas construidas, al salir se encontraba una alameda de grandes longitudes en donde se destinaban grandes reuniones. La fachada tenía tres entradas. En la puerta central se colocaron las armas reales con la leyenda 'Imperanete Carolo IV'. Sobre la derecha se colocaron las armas de Lima y sobre la izquierda, las del Consulado.
Portada de Barbones; se ubicó cerca a las inmediaciones de la casa de la convalecencia de los indios, el cual estuvo a cargo de los padres Betlemitas a partir del año 1732. Estos sacerdotes lucían grandes barbas, motivo por el cual se conoció con el nombre de Barbones a esta portada.

Portada de Maravillas; fue la más hermosa y debido a su majestuosidad se le comparó con la Puerta de Hierro de Madrid. Estuvo ubicada cerca a la iglesia del Santo Cristo y daba acceso al barrio del Cercado de indios. Entre los muchos frisos y detalles que la componían se alzaba un gran escudo al centro y pínáculos sobre el eje de cada columna, además se ubica sobre las columnas un haz de banderas y un busto de armadura.

Un tiempo después se construyeron algunas portadas más, entre ellas tenemos: Monserrate, Martinete, Santa Catalina, Juan Simón, San Jacinto y dos en el barrio de San Lázaro: la de Piedra Lisa y la de Guía.

Bibliografía empleada:
DE LA CRUZ, Luis Enrique. Las murallas de Lima en el proceso histórico del Perú. Lima: CONCYTEC, 2004.

sábado, 5 de junio de 2010

La tapada limeña

Imagen tomada de El Perú romántico del siglo XIX de J. M. Rugendas

Entre los muchos personajes que habitaron la antigua ciudad de Lima, debemos mencionar a uno -o más precisamente a una- conocidísima universalmente como ''la tapada limeña'', con su célebre traje de saya y manto. La tapada apareció casi con la fundación de Lima y extendió su ''reinado'' hasta bien entrada la segunda mitad del siglo XIX, cuando desaparecería de a pocos por la fuerte influencia de la moda francesa.

La saya era una especie de vestido hecho en seda muy fina, negra, castaña, azul o verde, que las cubrían de los pies a la cintura, con una hebilla o cintas en esta parte para podérsela ajustar, de modo que demostrarán todas su formas. El manto era como una toca de seda negra que se ataba en la cintura, subiendo por la espalda hasta encima de la cabeza, cubriendo el rostro enteramente, de modo que no permitía ver sino un ojo (Carlos Prince, 418).

A lo largo de las casi tres centurias de existencia, la vestimenta de la tapada ha sufrido algunos cambios. En sus orígenes la saya era estrecha, dibujaba el cuerpo que cubría privándolo de soltura y elegancia (Cisneros Sánchez, 20). Una de las últimas modificaciones que sufrió la vestimenta fue ya en el siglo XIX, que consistía en pañolones y zapatos de raso elegantes, medias de seda que ''aprisionaban'' el pie. Así pues, en los siglos de su existencia se pudieron observar sayas de canutillo, de emcarujadas, de vuelo, de pilitricas, sayas filipenses y por último las de tiritas, que eran más destrozadas y llenas de hilachas.

El uso de la saya y el manto fue censurado desde sus primeros años de aparición. La primera ordenanza que prohibía el uso del manto se dio en el año 1561 por don Diego López de Zuñiga y Velasco, cuarto virrey del Perú. Muchos virreyes siguieron aplicando la misma medida, sin ningún éxito. Incluso en más de una oportunidad tuvo que intervenir la Iglesia. Es así, que entre los años 1582 y 1583 el Tercer Concilio Limense declaró que incurrían en falta las tapadas.

Imagen tomada de El Perú romántico del siglo XIX de J. M. Rugendas

Todos los intentos por impedir su uso fueron en vano, la limeñas no dejaron de vestir las clásicas prendas, aduciendo muchas veces que su uso era exclusivo para evitar que el sol las dañara. En alguna oportunidad, las tapadas, en señal de protesta ante tantas ordenanzas, prefirieron dejar de salir de su casas.

A pesar de la censura de algunos virreyes, otros muchos se deleitaban con las misteriosas mujeres. Era tradición que en las fiestas de bienvenida que le daba la ciudad a sus virreyes, entre los diversos actos que componían los programas, las mujeres limeñas podían entrar tapadas a conocer al virrey de turno. En una oportunidad, en el año 1590, cuando hizo su entrada el virrey don García Hurtado de Mendoza, las mujeres limeñas portando sus vestimentas de incógnitas lo saludaron desde ventanas y balcones.

Las visitas de las limeñas tapadas fueron frecuentes en las misas, a donde iban acompañadas con sus esclavas; en las alamedas, lugar donde eran cortejadas por muchos jóvenes y señores. Las tapadas aprovechaban el misterio que les proporcionaba el vestido para realizar muchos cometidos. Imagínese cuántas historias a lo largo de las famosas tapadas se habrán dado. Contemos una -tal vez la más conocida-. Se dice que una vez una tapada, esposa de un político, sorprendió al analfabeto José Calderón, conocido por ''Ño Bofetada'', pidiendo limosna en la iglesia Santo Domingo. La tapada le dio unos centavos a cambio de repartir algunos volantes por la ciudad, volantes revolucionarios a favor del esposo. Como era lógico el pobre Ño Bofetada fue detenido por la policía.

En otra oportunidad -cuando disponga de un poco más de tiempo- colocaré un relato del parecer de un viajero sobre las tapadas limeñas.

Bibliografía empleada:
CISNEROS SÁNCHEZ, Manuel. Pancho Fierro y la Lima del 800. Lima: Importadora, exportadora y librería García Ribeyro S.C.R.L., 1975, 18-22 pp.
BROMLEY, Juan. Tapadas y destapadas y PRINCE, Carlos. La limeña con saya y manto en Festival de Lima, 4to Tomo: Lima: CONSEJO PROVINCIAL DE LIMA, 1959.