Imagen tomada de La Hora Azul
Las fiestas religiosas del siglo XIX se presentaban de forma idéntica a las realizadas en años coloniales. Sus personajes, sus vestidos, sus ocurrencias, sus colores, sus bebidas y todo lo propio a las procesiones limeñas se conservabán aún en nuevos años.
En estas fiestas desfilaban decenas de personajes, pero uno en especial llamaba y acaparaba toda la atención de los concurrentes: el penitente. Estos hombres eran fieles, que bien por enfermedad o por mucha devoción, acompañaban las fiestas realizadas en honor al Señor de los Milagros. Iban cubiertos con un saco negro, llevando en el rostro una larga careta también negra.
Marchaban con los pies descalzos pidiendo limosna en nombre de su Señor, repitiendo una y otra vez a cada persona 'Ayudemos a pagar la cera de Nuestro Amo y Señor de los Milagros. ¿Dónde están los devotos y devotas de años pasados?'
Pese a la constante devoción mostrada por los penitentes, la costumbre de su presencia llegó a desaparecer totalmente de las procesiones, debido tal vez a su, también, constante expulsión por llevar la cara cubierta y andar pidiendo dinero quién sabe para qué. Hechos que no eran vistos con buenos ojos.
Marchaban con los pies descalzos pidiendo limosna en nombre de su Señor, repitiendo una y otra vez a cada persona 'Ayudemos a pagar la cera de Nuestro Amo y Señor de los Milagros. ¿Dónde están los devotos y devotas de años pasados?'
Pese a la constante devoción mostrada por los penitentes, la costumbre de su presencia llegó a desaparecer totalmente de las procesiones, debido tal vez a su, también, constante expulsión por llevar la cara cubierta y andar pidiendo dinero quién sabe para qué. Hechos que no eran vistos con buenos ojos.
Observemos en la imagen que los penitentes cargaban también una pequeña reliquia que representaba al Señor de los Milagros e iban acompañados de mujeres que vendían chicha, las llamadas chicheras de años coloniales.
Bibliografía empleada:
PORRAS Barrenechea, Raúl. Historia general de los peruanos, 2do. volumen. 11ed. Lima: PEISA, 1988.